El Monaguillo es Servidor y Testigo de Jesucristo, "destinado al servicio del altar y ayuda del sacerdote".
¿POR QUÉ Y PARA QUÉ SER MONAGUILLO?
La palabra “servir” es un término bíblico de mucho contenido e inspira respeto. Aquí no se trata de cualquier servicio, sino un privilegio noble de poder servir. Se trata de “servicio religioso”.
Cristo y el prójimo sirven. También la comunidad creyente y el mundo sirven: todos los cristianos están llamados a servir. El acólito tiene el privilegio de expresar y vivir esta vocación en el servicio de la liturgia.
Oración del monaguillo
Oh Jesús, te adoro y te doy las gracias por haberme admitido al servicio de tu altar como monaguillo. Concédeme el don de la piedad, de la pureza, de la ciencia de la doctrina cristiana y la liturgia.
Bendice a este grupo de monaguillos para que sea el jardín donde florezcan las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.
María Santísima y San José, enséñame a amar, reverenciar y servir a Jesucristo como vosotros hicisteis en la tierra y como hacen los ángeles en el cielo.”
Amén.
¡Ven y forma parte de este privilegiado grupo de niños!
Para servir como monaguillo favor de llamar a
Paty Pahua (925) 594-0828
Gaby Vargas (925) 435-7767
Cuando la Iglesia se une en la asamblea litúrgica para la celebración de la Misa, o cualquier otro sacramento, sus miembros no se reúnen simplemente como una multitud o un grupo de personas sin distinción. Se reúnen en una variedad de ministerios y funciones.
Existen funciones en la liturgia que son ejercidos por laicos que ponen su tiempo y talento al servicio de la asamblea litúrgica, tales como:
- Los acólitos (Monaguillos servidores del altar)
- Los proclamadores de La Palabra
- Los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión
- Los miembros del coro
- Los ujieres
- Los que planifican y organizan la liturgia
- Los que dan mantenimiento al templo, las vestiduras, y vasos
sagrados
- Los que se encargan de las decoraciones que reflejan el espíritu de la
fiesta o del tiempo litúrgico.
La liturgia corresponde, pues, a la propia acción del pueblo de Dios, cada cual según su oficio y función, desde la que desempeña el obispo, el Sacerdote, y hasta la que desempeña el ujier y el sacristán. Funciones de servicio, no de privilegio, un reflejo de Cristo, que lavó los pies de sus discípulos y enseño a sus seguidores a imitar su ejemplo de servicio.
Si usted tiene este llamado personal para imitar el ejemplo de servicio de Cristo, ¡te estamos buscando!
María Castro 925-550-3016
Coordinadora de Liturgia en Español